Mi relato como hincha

No había escrito columnas, solo había opinado en redes sociales pero ya cuento con la motivación de generar una narración en que daré a conocer mi historia como hincha del torreón.

Hola, me llamo Pablo Javier Cárdenas Acevedo, soy hincha de Valdivia desde cabro chico, tengo a mi poder cinco camisetas del torreón, rayado mi bodega y un par de muebles, descargado en mi computador varias imágenes recientes hasta de antaño, colaboro en Aguantecalle.com así como también escribí para Deportesvaldivia.cl. 

Desde los once años voy al estadio y asistía con mi papá y mi tio. Hoy ellos van poco al estadio, yo aún me mantengo asistiendo a los cotejos sea la ubicación que sea. Cuando no puedo viajar hago de todo para poder estar en contacto con algún medio y estar enterado del minuto a minuto. Pues soy fanático y gozo de cada momento de alegría que me brinda el club.



A lo largo de estos años he tenido múltiples alegrías que me ha brindado el equipo, así como también situaciones de rabietas, que voy a hacer si siento el fútbol como una emoción más. Recuerdo la entrega que tuvo el primer equipo de Valdivia en la temporada 2004. Disputábamos casi cuadrangulares con Laja, Malleco Unido e Iberia en la primera rueda. La segunda ronda de ese campeonato nos tocó con Constitución Unido y Ñublense (rivales que recuerdo de esa temporada) no podíamos ganarles, eran mucho mas que el club que representaba a mi ciudad.


El ánimo no decaía y así llegó el 2005, un club que mostraba una identidad mas distinta, ya teníamos una insignia que tenía un D y una V. Años después le encontraría similitudes a la insignia de Deportes Tolima de Colombia. Retomando lo que contaba hace un rato, fue raro ver al equipo con camisetas amarillas y una franja roja como titular, mas aún la suplente que era negra. Nombres que recuerde, solo uno, que era de Ronni Gacitúa, me pareció que hizo un buen partido contra no se que equipo, pero su nombre quedó grabado. Usaba la 18 y corría por la banda derecha. Sumado a más de algún jugador que haya perdurado para temporadas siguientes en el club.

Ir al parque era emocionante, mas aún cuando se tiene doce y crees en el club de tu ciudad a fe ciega. Creo que más de alguna vez he comentado que me encantaría tener en mi colección de camisetas, la tricota de esta temporada. Es preciada.

El 2006 fue un año que comenzó de manera bastante irregular, tuvimos cuatro puntos en las primeras tres fechas y mi papá decide que me haga socio del club. Partimos a la reunión de socios y me inscribo como tal y me pasan una credencial, objeto que aún mantengo hasta los días de hoy. Este trámite lo hicimos después que perdiéramos con Huachipato B.

Si, me incluyo en el verbo, porque me sentía uno más en esa plantilla. Imposible no serlo si uno se considera el jugador doce.

Fue una gran generación de jugadores como Jorge Deschamps, José Aravena, Víctor Hernández, Daniel Lovera, Hector Estai, Andres Carrasco entre varios más que dejaron el nombre de Valdivia inscrito en la Copa de Apertura de esa temporada, triunfo logrado tras dejar en el camino a Colchagua, San Marcos de Arica (la gesta épica de vencer uno a cero y que el portero haya capturado el disparo al último minuto) y vencer al Instituto Nacional con su revolución pinguina.
Una pre-adolescencia marcada por seguir al torreón y sentirme feliz, por declararme abiertamente fanático acérrimo de este Deportes Valdivia que al igual que tantos, nos permitíamos soñar que algunos años más lo veríamos jugar en primera división ante los grandes clubes.

Permitan la licencia de recalcar la palabra soñar, pero el 2007 fuimos imparables, acribillábamos a quien se nos cruzara. Acá Iberia y Naval pasaban susto. Un equipo que realmente daba gusto verlo jugar y de la mano de Eduardo Soto perfectamente pudimos haber llegado a primera B. Ese anhelado retorno a la división de honor del balompié nacional. Pero un tipo que hoy no se que hará de su vida, de nombre John Jara nos robó la ilusión en un alargue de tiempo que dio como vencedor al hoy retornado Malleco Unido. Que rabia, que tristeza. Primeras lagrimas derramadas por esa tortura que nos representó quedar eliminados. Años más tarde al consultar al ex utilero del torreón, este me señaló que tras esa tarde, el técnico citó al plantel en las inmediaciones de chumpullo para un asado pero sin antes de dedicarles unas palabras al plantel que los enaltecía como gran grupo humano que se había formado. Como dato, fue el año en que la camiseta del torreón se puso a la venta, era una Lotto modelo clásico auspiciada al medio por Arauco, la vendían en Taboada y no pasó ni menos de dos semanas cuando ya tenía ejemplar. Van seis años desde que la tengo y me siento orgulloso de tener esa tricota.

Me gustaría que la gente que recuerde datos o quiera colaborar con anécdotas de esa temporada que comente y podamos hacer un gran relato que mantenga una base del cómo empezamos hasta lo que somos ahora.

En una próxima columna escribiré sobre los años restantes, sin antes recalcar un par de puntos sobre estos años a los cuales no se sabe mucho y me gustaría que se escribieran en algún lado.



Pablo Cárdenas A.
Aguantecallecalle.com

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