
¿Podríamos calificar como sorpresivo el resultado obtenido por nuestro equipo al término de la fase regular del campeonato? Me parece que no. Ya veíamos como a principios de año la gente que comúnmente está pendiente del andar del Club, manifestaba múltiples interrogantes en relación al proceso que se estaba iniciando. ¿Y que pasa con los refuerzos?...ya estamos en Marzo y no tenemos plantel completo. ¿Cuándo empezará la pretemporada? ¿Y los partidos amistosos? Los demás equipos ya empezaron y nosotros no…y así una sucesión de cuestionamientos. Pues bien, ahí el indicio más claro de que este año no habría precisamente una buena temporada.
También es cierto que hay una multiplicidad de factores, sobre todo económicos, que incidieron en que este año el trabajo se haya visto demorado y desvalorado en cuanto a nombres de jugadores foráneos. Por otra parte, la Directiva del Club, cuya cabeza visible y gestor del nuevo auge que adquirió el fútbol en nuestra ciudad, se ve envuelto en medio de una campaña parlamentaria, que de modo conciente o inconciente lo mantuvo alejado del trabajo diario que implica la presidencia de una institución futbolística, cuestión que sin duda influyó en el andamiaje y posterior fracaso deportivo que vivimos la presente temporada.
Despreocupación por nuestro principal patrimonio, que son los jugadores (dicho por ellos mismos en algunas entrevistas), falta de capacidad para tomar decisiones en los momentos indicados, y en definitiva una irregular gestión que nos ha pasado la cuenta.
Ahora bien, tampoco podemos desconocer que las responsabilidades son compartidas, hemos dicho en múltiples ocasiones que la dirección técnica tuvo un rotundo fracaso, los jugadores no estuvieron en el nivel esperado (incluso no sabemos siquiera cómo juegan algunos), los dirigentes con prioridades ajenas al Club, etc. Pero no debemos desconocer nuestra responsabilidad como hinchas. Baja asistencia al estadio (y no le echemos la culpa al valor de las entradas), casi nula presencia en las asambleas de socios, instancia en la cuál pudimos enmendar el rumbo que se veía perdido. Escaso apoyo en los encuentros como visitantes. Y una infinidad de críticas destructivas, que si bien incluso compartí y entendí, no hacían menos que seguir remando hacia atrás.
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Queda claro que este ha sido otro año para el olvido, no nos queda más que aunar fuerzas, apoyar a nuestros jugadores, salir juntos de esta situación, y así al menos mantener la categoría, ya que un eventual descenso sería casi cavar nuestra propia tumba.
En lo que respecta a lo netamente futbolístico, la primera rueda ya fue analizada en su oportunidad y ahora nos resta desgranar esta magra segunda rueda.
Todo parecía tener un comienzo ideal, veníamos de jugar en calidad de local al término de la primera rueda, e iniciábamos la segunda con dos partidos seguidos de local, ¡qué mejor! El primer rival de turno era un deslucido Deportes Linares, y todos esperábamos un triunfo arrollador para empezar a asegurar la clasificación a la liguilla final (duele escribirlo ahora). El partido no podía comenzar mejor y ya cerca del primer cuarto de hora, nuestro goleador Francisco Muñoz nos ponía en ventaja con un gol de alto nivel. Pasaron un par de minutos y comenzó lo que se transformó en la tónica constante de todos los partidos, un bajón futbolístico, desconcentraciones infantiles, y que culminaron con una dolorosa derrota en calidad de local por 2 – 3, frente a un cuadro sumamente mediocre, pero efectivo.
De seis puntos posibles como local tan solo habíamos logrado uno la fecha anterior, de manera que el próximo partido era obligación ganarlo, el rival, un histórico A.F Vial.
Trabado partido, y si bien es cierto dominamos las acciones gran parte del encuentro, no fue si no hasta casi el final del mismo que obtuvimos el triunfo. El recién ingresado Abel Cancino, luego de una lucida jugada colectiva decretó lo que sería el definitivo 1-0 y que nos daba un respiro en pos de la obtención del objetivo final.
Así de veloz llegó la tercera fecha y lamentablemente los objetivos no se estaban cumpliendo. De la pretensión de obtener 9 puntos en calidad de local, sólo logramos 4, y el rendimiento del equipo no era el mejor.
Qué mejor forma de recuperar puntos que frente a un rival de categoría como Deportes Temuco en el remozado Germán Becker. Casi un centenar de hinchas Valdivianos nos hicimos presentes para alentar a nuestro equipo e intentar traernos los tres puntos.
Me parece que si digo que el primer tiempo que jugó Deportes Valdivia en este partido fue lejos lo mejor que le vimos durante el año, no me equivoco. Jugadores inspirados como Kilian Delgado, hacían que nos fuéramos al descanso con una tal vez inesperada victoria de 0 – 1.
Comenzaba el segundo tiempo y con ello nuevamente el bajón y las distracciones que hicieron que tempranamente estuviéramos abajo en el marcador y que en definitiva sería el resultado final. Sin nada que reclamar nos fuimos derrotados hidalgamente por tres goles a dos.
Ya estábamos perdiendo muchos puntos, pero al menos se observaba un avance en lo futbolístico, cuestión que nos hacía estar más tranquilos. Lo único que restaba era ratificar ese buen momento futbolístico en calidad de local frente otro cuadro de la novena región, Unión Temuco.
El partido se programó para el sábado en la tarde a pedido del respetable y al parecer fue un error. No llegó más gente, ni ganamos el partido. El trámite fue más bien parejo, en una cancha barrosa y que tuvo a nuestro equipo en ventaja en dos ocasiones. Casi al finalizar el encuentro, producto de una infantil falta cerca del área y del posterior error o desconcentración de nuestro arquero y sus defensas, nos empatan un partido que necesitábamos ganar a como de lugar.
Ya a estas alturas la figura de nuestro entrenador estaba prácticamente por el suelo, nadie entendía cómo cambiaba a la gran mayoría del equipo que había realizado un buen cometido el partido anterior, e insistía con jugadores que realmente nunca dieron el tono. Por esas cosas del destino, los resultados nos seguían acompañando y continuábamos en zona de clasificación, de manera que en el próximo partido si que tenía que ser imperioso rescatar al menos un punto.
La quinta fecha nos ponía en frente a un necesitado cuadro Iberiano, que sin lucirse nos quitó toda sonrisa de la cara al derrotarnos por la cuenta mínima en la ciudad de Los Ángeles. Nuevamente un desempeño irregular de los jugadores, cambios que no se entienden, y lo peor de todo, se nos estaba escapando el cuarto cupo, y no veíamos respuesta a la crisis desde ningún estamento, ni dirigentes ni cuerpo técnico.
Así, con un plantel con la moral baja, un cuerpo técnico terco, dirigentes que parecían ajenos al momento, y una hinchada que no se hacía sentir, llegábamos a la decisiva sexta fecha.
Era un partido ideal, se jugaba de local y contra un rival directo en la clasificación. Sin querer ponerme un tanto espiritual o esotérico, debo reconocer que al momento de llegar al estadio y tomar asiento en mi posición habitual dónde redacto las estadísticas del encuentro, pensé y sentí que perdíamos el partido. Fue una sensación algo rara, pero el ambiente me lo indicaba, no lo quise comentar con nadie pensando que era algo a lo mejor producto de la resaca sabatina, pero no, así de triste fue. Veía a una barra que como nunca estaba sumamente pasiva, el aliento y fiesta al que nos tenían acostumbrados se veía disminuido (aunque en eso también tiene que ver Carabineros), la gente estaba tensa, y para que andamos con cosas, había olor a muerto.
Comenzó el partido y más de lo mismo, no podíamos frente a un discreto rival en nuestra propia casa ni siquiera con un hombre de más. Así fue, perdíamos nuevamente de local y ya quedábamos fuera del grupo de los cuatro clasificados a la liguilla final.
Al finalizar el partido, la rabia contenida por los hinchas era manifestada en contra del entrenador y los jugadores, corrían lágrimas y se desataba una pequeña crisis (digo pequeña porque aún estamos a tiempo de mantener la categoría al menos).
Ya las posibilidades quedaban sumamente reducidas y no dependíamos exclusivamente de nosotros para clasificar. Dentro de todo ese ambiente, lo peor de todo era que no se apreciaba al menos una autocrítica por parte de los responsables del mal momento, si no que todo era atribuido a circunstancias externas.
En la séptima fecha era matar o morir y esperar un favor de parte de nuestros vecinos. Todo se dio, empató Linares y perdió San Antonio. Ganando nos alcanzaba, pero no. Nuestros delanteros siempre estuvieron con la pólvora mojada y por más que de alguna forma se intentara no pudimos. Perdimos, quedamos fuera de la liguilla por el ascenso y nos condenamos a jugar otra liguilla, la de permanencia.
En conclusión, me parece que independiente de las resoluciones que se tomen a nivel directivo por estos días, nuestra tarea será exclusivamente apoyar a los jugadores que queden y nos representen en esta indeseada liguilla. Creo que equipo tenemos, hemos visto que los demás rivales no son más que nosotros y no nos podemos dar el lujo de destruir algo que costó mucho tiempo reconstruir, el fútbol en nuestra querida ciudad.
Hay que jugársela con todo y mantener la categoría a como de lugar, nosotros como socios e hinchas debemos poner de nuestra parte y acompañar al equipo, después veremos que nos depara nuestro destino institucional y deportivo para el próximo año, pero por lo pronto a preocuparse por mantenernos y nada más. El resto puede esperar algunos meses.